La pandemia de COVID-19 nos demuestra que a mayor riesgo global debemos asumir más responsabilidad individual y compromiso comunitario. Así como esta afirmación es válida respecto del cuidado de la salud, también lo es en relación a la integridad, a la prevención de delitos y al cuidado ambiental.

Esta semana se cumplen 5 años de la firma del acuerdo entre las naciones para establecer  la Agenda 2030. Es una buena ocasión para señalar que la responsabilidad de cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible no es exclusiva de los Estados. Por el contrario, debe ser un compromiso generalizado de la ciudadanía en su conjunto, incluyendo a las autoridades públicas, empresarios, tercer sector, universidades y demás actores relevantes.

El postulado de los ODS reclama “No dejar a nadie atrás”. En ese sentido nos interpela a asegurar que el crecimiento económico y en general, cualquier actividad social, se desarrolle dentro de parámetros de cuidado ambiental e inclusión social.

En este punto, la pregunta es ¿qué estoy haciendo yo para colaborar con el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible? ¿y las instituciones de las que formo parte? Predicar con el ejemplo es un buen comienzo.

En las organizaciones de todo tipo el Compliance se presenta como el camino adecuado para promover el cambio cultural necesario para avanzar en el cumplimiento de las metas del ODS 16 “Paz, justicia e instituciones sólidas” y los relacionados con el medio ambiente (ODS Nros. 6, 7, 12, 13, 14 y 15).

Se trata de una estrategia de gestión y visión que configura mejoras organizativas y de control, al identificar, alertar, monitorear y reportar los riesgos de cumplimiento en relación con las leyes aplicables, las regulaciones, los códigos de conducta y los estándares de buenas prácticas entre las cuales se incluyen el consumo responsable, la búsqueda de ecoeficiencia y el cuidado ambiental.

Su implementación colabora en la consolidación de la integridad como un valor primordial a partir del cual ejercer una gestión comprometida con la sociedad y el entorno.

En línea con la necesidad de lograr mayor compromiso comunitario, consideramos que el tercer sector y el sistema educativo en su conjunto deben asumir un rol protagónico para incrementar la conciencia social sobre la necesidad inmediata de ser protagonistas en la construcción de ámbitos íntegros, transparentes y sostenibles.